Entonces, lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y otorga al que
conoce el poder de conocer, puedes decir que es la Idea del Bien. Y por ser
causa de la ciencia y de la verdad, concíbela como
cognoscible; y aun siendo bellos tanto el conocimiento como la verdad, si
estimamos correctamente el asunto, tendremos a la idea del Bien por algo
distinto y más bello que ellas. Y así como dijimos que era correcto tomar a la
luz y a la vista por afines al sol pero que sería erróneo creer que son el sol,
análogamente ahora es
correcto pensar que ambas cosas, la verdad y la ciencia, son afines al Bien,
pero sería equivocado creer que una u otra fueran el Bien,
ya que la condición del Bien es mucho más digna de estima.
Platón. República. Libro VI.
Este
que se nos propone para analizar es un texto breve, pero tan rico en matices y
contenidos filosófico-platónicos que podría decirse que hay pocos elementos de
esta filosofía que, en su vertiente ontoepistémica, no estén presentes en este
texto o que, al menos, no puedan relacionarse con algunas de las ideas aquí
expresadas. El texto pertenece al libro VI de la República. Sabido es que esta
obra del período de madurez de Platón (desde el 385 al 370, conjuntamente con Fedón, Fedro y Banquete: la
cuaterna de madurez productiva de Platón, iniciada cuando ya había fundado la
Academia (387) y se dedicaba al desarrollo de su sistema, aunque tiene una
intencionalidad política o teórico-política (politeia es su título original)
pasa por ser la obra en la que Platón expone más clara y sintéticamente su
pensamiento en lo relativo al problema del conocimiento. Esto seguramente pudo
deberse a que, siendo la intención de Platón exponer como su maestro Sócrates
defendía la condición de ‘saber rectamente’ para poder ejercer el gobierno de
la Polis, se dio en este diálogo, especialmente en los libros VI (alegoría de
la línea) y VII (alegoría de la caverna), a una corta serie de disquisiciones
de intencionalidad pedagógica sobre el qué y el cómo de la aproximación de la
razón al verdadero conocimiento, y sobre
a la necesidad de que este acercamiento fuera coadyuvado o dirigido por
aquellos que se habían esforzado más en la adquisición del conocimiento (por los
pedagogos, los maestros, los encargados de la Paideia: trabajo o dedicación esta especialmente importante porque también
había que educar al futuro gobernante).
En
el texto que se nos propone resulta especialmente relevante la idea-proposición
de que es la ‘Idea del Bien’ lo que hace que las cosas puedan ser conocidas. La
Idea de Bien, que coincide con la verdad (y con la justicia, y con la belleza,
y con la bondad en un sentido moral) está en la cima del esquema ontológico de
Platón: las cosas son más o menos reales en tanto que se acercan más, desde sus
respectivas formas, a sus homólogos ideales, a sus ideas o ‘eide’, a sus formas esenciales. Y esas
mismas cosas son más o menos cognoscibles en tanto que la razón humana pueda
acercarlas con mayor o menor fidelidad a sus respectivas ‘ideas’ (de ahí la
importancia de la matematización de la realidad en el pensamiento platónico:
las matemáticas y la geometría expresan con la mayor claridad y rigor formal lo
que las cosas son: son ‘mas ideales’ que la descripción de lo que son esas mismas
cosas en sus aspectos más materiales y degradados). Esa ‘idea de Bien’ es
además causa de la Ciencia (y, por lo tanto, de la verdad), ya que todo
esfuerzo epistémico (episteme:
ciencia) se justifica como un acercamiento a esa Idea, que es la máxima
expresión de la verdad, del verdadero ser de las cosas: su ontos-on (ser de
seres).
La
intención pedagógica del texto se refuerza con la explicación de un símil
propuesto en otras partes de este mismo Libro VI: “la verdad y la ciencia son
afines al Bien, de la misma forma que la luz y la vista son afines al Sol (…)”,
pero no por esto debemos confundirlas —a la verdad y a la ciencia— con el bien
mismo (con la Idea de Bien), más bien son condiciones que han de darse para la
aproximación del intelecto a la verdad última y superior, que es la Idea de
Bien . Asimismo nuestra razón, nuestro Nous (conocimiento superior,
conocimiento intelectivo) aunque está dirigido hacia la comprensión de la realidad
en todo lo que esta pueda tener de compleja, no es la realidad misma ya
comprendida: sus funciones, las de nuestra razón, son funciones intelectivas
superiores. Pero son funciones intelectivas superiores —inmediatamente después
del reconocimiento de la ‘no realidad’ de lo que nos muestran los sentidos
corporales, la dianoia o conocimiento
procesual, la noesis o ‘momento
contemplativo’: fases superiores de la dialéctica— que solo pueden tener una
justificación: la de la existencia de una verdad superior, cuya máxima
expresión ontoepistémica no es sino ‘la Idea de Bien’.
Así
pues es la Idea de Bien como condición para la posibilidad de la ciencia y del
verdadero conocimiento de la realidad el concepto más destacable y vertebrador
del texto. E, igualmente, el concepto más destacable y jerárquicamente superior
de la doctrina platónica del conocimiento tal como se expresa en estos libros
de República. Posteriormente Platón,
en su cuarta y última fase de producción, en diálogos como Timeo, Parménides, o Teeteto se replanteará algunas de estas
propuestas gnoseológicas al no poder superar algunas dificultades derivadas de
la preeminencia absoluta de lo ideal-objetual desde el principio de la analogía
(la doctrina de la existencia por participación de las cosas existentes en sus
respectivas ideas), sobre cualquier otra forma de conocimiento.
Términos.:
'ciencia'.- El término no aparece aislado sino como parte del sintagma 'causa de la ciencia y de la verdad' referido a 'la Idea de Bien'. Ciencia -episteme- es una palabra que en el contexto de estas obras de madurez de Platón hay que entender como opuesta o antitética a 'doxa', es decir, a 'opinión'. La doxa, o la opinión, es el saber que depende de los sentidos, pero no de la reflexión intelectiva, no del 'noûs'. La última gradación de la realidad a la cual se refiere la episteme o ciencia, resuelta como una dialéctica, no es otra que la de la contemplación de las ideas, y la aproximación a la Idea de Bien, que está situada en el vértice del esquema ontológico-epistemológico de Platón.
'análogamente'.- Las cosas, en lo que estas puedan tener de verdaderas, son análogas , o semejantes ,a sus respectivas ideas, ocupando las mismas un lugar en el ámbito de lo eidético. Ámbito este al que solo nos es dado acercarnos mediante la reflexión y el esfuerzo intelectivo. La parta de la realidad que hace posible esta analogía o esta 'relación por semejanza' es la formal. Toda cosa existente tiene una parte que es 'para el conocimiento', que es su forma; y otra parte que es para la sensibilidad, que es su materia. Y es desde la forma, desde lo formal, que se puede establecer esa analogía con la idea (con el ámbito de lo ideal). De ahí la importancia que en esta doctrina de Platón sobre el conocimiento tienen disciplinas como las matemáticas o la geometría, ya que estas hacen que la inteligencia se habitúe a contemplar formas puras.
'Bien'.- En este Platón de República VI el Bien se nos presenta como el vértice del esquema ontológico. En el sector del texto en el que el término aparece subrayado, como un sustantivo que el traductor ha querido escribir con mayúscula, este Bien aparece significándose desde sí mismo (no acompaña a 'Idea de ---' o a otra expresión más compleja. Este Bien no se significa como un bien moral, sino como un bien ontológico. Y sería ese bien, o ese 'Bien' la justificación última de nuestro esfuerzo por acercarnos a la verdad. En este sentido ese Bien es un 'Ser de seres' (un ontos-on), una expresión de 'lo más justo', de 'lo más bello', y de 'lo más cierto' (de lo que tiene 'más verdad').
[Con esto quedarían atendidos los siguientes apartados del examen: Significado de términos subrayados; exposición de la temática; y justificación desde la posición filosófica o doctrina del autor. Os quedaría la Introducción-Marco histórico -que también tenéis en el Blog-, y la relación de esta temática con otro autor o autores, y la valoración de su actualidad, que corre de vuestra parte (aunque una propuesta de la 'actualidad de Platón' también hay en este Blog)].
Nada más: Mirad el reloj durante el examen. ¡Y ánimo!
Benalmádena, 27 de mayo de 2012.
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